DATOS BÁSICOS
Inicio: Fuerte del Mazo.
Tipo de marcha: Circular.
Distancia total: 8,5 km.
Dificultad: Media-alta.
Desnivel: Unos 300 metros.
Tiempo: Cuatro horas y media.
Accesos:Desde el Fuerte de
San Martín a través de una
estrecha carretera que conecta
con el Fuerte del Mazo.
Conectividad con otras sendas:
Conexión con los otros cuatro itinerarios
de la Red de Sendas del Monte Buciero.
Observaciones: Alternativa de descenso de la Atalaya: El descenso al camino circular puede resultar peligroso los días en los que el terreno se encuentre embarrado, existiendo una alternativa consistente en desandar hasta el collado anterior al ascenso a la Atalaya y tomar un desvío señalizado, alcanzando tras 1,3 km de descenso Cuatro Caminos, donde se vuelve a retomar la senda.
Itinerario circular que incluye el ascenso a las tres principales cumbres, Peña Ganzo, Buciero y la Atalaya, todas por encima de los 300 metros, y que posibilita la contemplación de sus excepcionales vistas panorámicas. Además, permite conocer los principales ecosistemas presentes en el Monte (encinar costero relicto, acantilados, karst, zonas de cumbres), áreas donde aparecen singularidades botánicas en esta "isla" de bosque mediterráneo (entorno de la mina de hierro abandonada), así como elementos patrimoniales de elevado valor (Atalaya, Fuerte del Mazo).
La senda comienza en el Fuerte del Mazo, a unos 2 kilómetros de Santoña, construido por los ingenieros napoleónicos tras ser tomada la península por un ejército de 4.000 hombres. Desde este punto se toma la pista asfaltada que a la izquierda se dirige a El Dueso. A la derecha se observa el antiguo Polvorín El Helechal, que abastecía al Fuerte del Mazo. Se continúa por la pista hasta que, a menos de medio kilómetro aproximadamente, hay que desviarse por otra pista asfaltada ascendente que se dirige al paraje conocido como Yusa, zona donde se localizan varias explotaciones ganaderas. En la confluencia entre los espacios ganaderos y el encinar aparecen las orlas forestales, espacios de transición y frontera entre los ecosistemas de prados y las masas forestales y que cumple la función de cobijo, zona de alimentación y refugio para varias especies faunísticas. Justo antes de llegar al fin de la pista asfaltada, hay que virar en un camino de tierra que nace a la derecha. Tras sortear un cierre para el ganado, llegamos a una pequeña campa.
En la parte superior derecha de este pequeño claro continúa el ascenso a través del valioso bosque, donde aparecen encinas, laureles o madroños. Tras obviar una senda a la derecha, se continúa ascendiendo por el zigzagueante camino, pudiendo observar ya cerca de la cumbre un singular abrigo en la roca caliza. Finalmente, se alcanza la cumbre (312 metros), sobre la cual se asienta el puesto circular de vigilancia de la Atalaya, cuya estructura actual data del S. XIX. Las vistas panorámicas desde este excepcional mirador natural (se tienen referencias de su uso como oteadero de ballenas ya en el S. XI) son inmejorables.
Desde este punto, se sigue un pequeño sendero que nace al lado contrario del lugar por donde se alcanzó la cumbre, internándose a continuación en un bosque muy tupido y denso. El angosto camino desciende raudo la pendiente totalmente encerrado entre encinas, laureles, madroños y multitud de enredaderas y plantas trepadoras, conectando finalmente con el camino circular que circunvala el monte, (ver en Observaciones: Alternativa de descenso de la Atalaya si este tramo de camino se encuentra muy embarrado y resbaladizo).
Continuando a la derecha llegamos a Cuatro Caminos, donde, a menos que se quiera visitar a la izquierda la Batería de San Felipe y el Faro del Caballo, se seguirá de frente por un hermoso camino que atraviesa el encinar hasta la Casa de la Leña, donde se pueden admirar los espectaculares acantilados y la Peña del Fraile. Para dirigirse hacia Peña Ganzo y el Buciero, se tomará un desvío a unos 50 metros de este emplazamiento. El camino se va internando en el bosque, atravesando un singular "desfiladero", percibiéndose cómo progresivamente varía la composición de la frondosa masa forestal por la que se transita. Este hecho viene motivado por la localización en esta zona, a comienzos del S. XIX, de una mina de hierro a cielo abierto.
Al ser abandonada, las especies atlánticas (avellano, roble, acebo, haya), más adaptadas a las condiciones climáticas actuales, sustituyeron en gran medida a la vegetación preexistente de carácter mediterráneo. Aún son visibles a lo largo del camino pequeñas catas, vestigios de la antigua actividad minera que acabó con la vegetación original.
Siguiendo la senda, se alcanza el singular "Valle de los Avellanos", dolina ocupada casi en exclusividad por esta especie por los motivos antes explicados. A la derecha parte un estrecho camino en fuerte ascenso por el interior del bosque, donde vuelven a dominar las especies de carácter mediterráneo. Aparecen dos pasos complicados: el primero de ellos se encuentra junto a un área de afloramientos rocosos, donde el camino parece continuar de frente, junto a las rocas, pero realmente hay que dirigirse a la derecha, transitando escasos metros por el lapiaz hasta retomar el sendero de tierra. Más adelante, en una zona con escasa pendiente, se deberá tomar un desvío ascendente a la derecha, obviando el camino de frente.
Ascendiendo por el sendero, se accede a una primera zona herbácea con muy buenas vistas. Tras introducirse nuevamente en una zona boscosa, se llega a una gran pradería de mayor tamaño muy cerca ya del collado que separa las dos cumbres. En este punto se debe atravesar la pradera hasta su límite superior, donde aparece un cruce de caminos. Se continúa por el de la derecha, que se introduce en otra zona boscosa para llegar, casi inmediatamente, al collado entre Peña Ganzo y Buciero. Se trata de una zona muy karstificada, dominada por el matorral y salpicada de encinas, donde se debe prestar atención en no perder el sendero. Unos 100 metros después de salir del bosque, aparece un cruce con dos desvíos. El de la izquierda se dirige a Buciero y Fuerte del Mazo, el de la derecha a Peña Ganzo.
Si se opta por ascender a este último, se deberá bordear por la izquierda un tupido encinar hasta alcanzar una pequeña pradería a los pies de la mayor cumbre del macizo. Desde aquí nos dirigimos a la base de la peña, desde donde atravesamos una pequeña y pronunciada canal para finalmente llegar al hito que señaliza la cumbre de mayor altura del Monte (378 metros). Las vistas desde este pico no son excesivamente buenas, siendo mucho más interesantes las que ofrece la rocosa cumbre del Buciero. Para dirigirnos a él se deberá desandar el trayecto hasta el cruce en el collado, transcurriendo el estrecho sendero entre matorrales y roquedo, hasta finalmente llegar a la cumbre (367 metros), donde se levanta una gran cruz y un mástil. Las vistas sobre la ciudad de Santoña, la playa de Berria y todo el estuario del Asón son espectaculares. Desde este excepcional mirador panorámico se acomete el descenso hacia el Fuerte del Mazo, en un primer momento por un terreno agreste dominado por el roquedo hasta alcanzar un estrecho sendero de tierra que desciende hasta una cabaña abandonada. En el mencionado lugar, tras franquear un cierre en mal estado, solo resta descender por el camino entre los muros de la parcelaria hasta finalizar el recorrido en el Fuerte del Mazo.
Itinerario circular que incluye el ascenso a las tres principales cumbres, Peña Ganzo, Buciero y la Atalaya, todas por encima de los 300 metros, y que posibilita la contemplación de sus excepcionales vistas panorámicas. Además, permite conocer los principales ecosistemas presentes en el Monte (encinar costero relicto, acantilados, karst, zonas de cumbres), áreas donde aparecen singularidades botánicas en esta "isla" de bosque mediterráneo (entorno de la mina de hierro abandonada), así como elementos patrimoniales de elevado valor (Atalaya, Fuerte del Mazo).
La senda comienza en el Fuerte del Mazo, a unos 2 kilómetros de Santoña, construido por los ingenieros napoleónicos tras ser tomada la península por un ejército de 4.000 hombres. Desde este punto se toma la pista asfaltada que a la izquierda se dirige a El Dueso. A la derecha se observa el antiguo Polvorín El Helechal, que abastecía al Fuerte del Mazo. Se continúa por la pista hasta que, a menos de medio kilómetro aproximadamente, hay que desviarse por otra pista asfaltada ascendente que se dirige al paraje conocido como Yusa, zona donde se localizan varias explotaciones ganaderas. En la confluencia entre los espacios ganaderos y el encinar aparecen las orlas forestales, espacios de transición y frontera entre los ecosistemas de prados y las masas forestales y que cumple la función de cobijo, zona de alimentación y refugio para varias especies faunísticas. Justo antes de llegar al fin de la pista asfaltada, hay que virar en un camino de tierra que nace a la derecha. Tras sortear un cierre para el ganado, llegamos a una pequeña campa.
En la parte superior derecha de este pequeño claro continúa el ascenso a través del valioso bosque, donde aparecen encinas, laureles o madroños. Tras obviar una senda a la derecha, se continúa ascendiendo por el zigzagueante camino, pudiendo observar ya cerca de la cumbre un singular abrigo en la roca caliza. Finalmente, se alcanza la cumbre (312 metros), sobre la cual se asienta el puesto circular de vigilancia de la Atalaya, cuya estructura actual data del S. XIX. Las vistas panorámicas desde este excepcional mirador natural (se tienen referencias de su uso como oteadero de ballenas ya en el S. XI) son inmejorables.
Desde este punto, se sigue un pequeño sendero que nace al lado contrario del lugar por donde se alcanzó la cumbre, internándose a continuación en un bosque muy tupido y denso. El angosto camino desciende raudo la pendiente totalmente encerrado entre encinas, laureles, madroños y multitud de enredaderas y plantas trepadoras, conectando finalmente con el camino circular que circunvala el monte, (ver en Observaciones: Alternativa de descenso de la Atalaya si este tramo de camino se encuentra muy embarrado y resbaladizo).
Continuando a la derecha llegamos a Cuatro Caminos, donde, a menos que se quiera visitar a la izquierda la Batería de San Felipe y el Faro del Caballo, se seguirá de frente por un hermoso camino que atraviesa el encinar hasta la Casa de la Leña, donde se pueden admirar los espectaculares acantilados y la Peña del Fraile. Para dirigirse hacia Peña Ganzo y el Buciero, se tomará un desvío a unos 50 metros de este emplazamiento. El camino se va internando en el bosque, atravesando un singular "desfiladero", percibiéndose cómo progresivamente varía la composición de la frondosa masa forestal por la que se transita. Este hecho viene motivado por la localización en esta zona, a comienzos del S. XIX, de una mina de hierro a cielo abierto.
Al ser abandonada, las especies atlánticas (avellano, roble, acebo, haya), más adaptadas a las condiciones climáticas actuales, sustituyeron en gran medida a la vegetación preexistente de carácter mediterráneo. Aún son visibles a lo largo del camino pequeñas catas, vestigios de la antigua actividad minera que acabó con la vegetación original.
Siguiendo la senda, se alcanza el singular "Valle de los Avellanos", dolina ocupada casi en exclusividad por esta especie por los motivos antes explicados. A la derecha parte un estrecho camino en fuerte ascenso por el interior del bosque, donde vuelven a dominar las especies de carácter mediterráneo. Aparecen dos pasos complicados: el primero de ellos se encuentra junto a un área de afloramientos rocosos, donde el camino parece continuar de frente, junto a las rocas, pero realmente hay que dirigirse a la derecha, transitando escasos metros por el lapiaz hasta retomar el sendero de tierra. Más adelante, en una zona con escasa pendiente, se deberá tomar un desvío ascendente a la derecha, obviando el camino de frente.
Ascendiendo por el sendero, se accede a una primera zona herbácea con muy buenas vistas. Tras introducirse nuevamente en una zona boscosa, se llega a una gran pradería de mayor tamaño muy cerca ya del collado que separa las dos cumbres. En este punto se debe atravesar la pradera hasta su límite superior, donde aparece un cruce de caminos. Se continúa por el de la derecha, que se introduce en otra zona boscosa para llegar, casi inmediatamente, al collado entre Peña Ganzo y Buciero. Se trata de una zona muy karstificada, dominada por el matorral y salpicada de encinas, donde se debe prestar atención en no perder el sendero. Unos 100 metros después de salir del bosque, aparece un cruce con dos desvíos. El de la izquierda se dirige a Buciero y Fuerte del Mazo, el de la derecha a Peña Ganzo.
Si se opta por ascender a este último, se deberá bordear por la izquierda un tupido encinar hasta alcanzar una pequeña pradería a los pies de la mayor cumbre del macizo. Desde aquí nos dirigimos a la base de la peña, desde donde atravesamos una pequeña y pronunciada canal para finalmente llegar al hito que señaliza la cumbre de mayor altura del Monte (378 metros). Las vistas desde este pico no son excesivamente buenas, siendo mucho más interesantes las que ofrece la rocosa cumbre del Buciero. Para dirigirnos a él se deberá desandar el trayecto hasta el cruce en el collado, transcurriendo el estrecho sendero entre matorrales y roquedo, hasta finalmente llegar a la cumbre (367 metros), donde se levanta una gran cruz y un mástil. Las vistas sobre la ciudad de Santoña, la playa de Berria y todo el estuario del Asón son espectaculares. Desde este excepcional mirador panorámico se acomete el descenso hacia el Fuerte del Mazo, en un primer momento por un terreno agreste dominado por el roquedo hasta alcanzar un estrecho sendero de tierra que desciende hasta una cabaña abandonada. En el mencionado lugar, tras franquear un cierre en mal estado, solo resta descender por el camino entre los muros de la parcelaria hasta finalizar el recorrido en el Fuerte del Mazo.
Toda la información se ha obtenido de la página web de la Oficina de Turismo de Santoña.
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